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La administración de medicamentos es el procedimiento por el cual los pacientes reciben los fármacos necesarios para tratar sus problemas de salud. Este proceso puede realizarse por distintas vías como la oral o la tópica. Pero cuando el paciente no puede autoadministrarse el tratamiento, es responsabilidad de profesionales sanitarios como los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería.
La administración de medicamentos consiste en proporcionar al paciente los fármacos prescritos como parte de su tratamiento médico. Este procedimiento, llevado a cabo por profesionales de la salud, es clave para garantizar que el medicamento cumpla con su función: aliviar el dolor, tratar una enfermedad o mejorar los síntomas.
El proceso no solo implica dar el medicamento, sino también asegurarse de que se tome en la dosis correcta, a la hora adecuada y por la vía más apropiada. Una dosis incorrecta, en mayor o menor medida, puede provocar efectos secundarios o incluso empeorar la condición del paciente.
Es importante tener en cuenta que cada fármaco está preparado para ser administrado por una vía determinada. Esto no depende de la preferencia personal del profesional sanitario que atienda al paciente. Por el contrario, el objetivo es que el medicamento ejerza su acción de la forma más eficaz posible.
De hecho, existen varios factores que influyen a elegir la vía:
Teniendo en cuenta estos aspectos, existen varias vías de administración de medicamentos.
La vía oral es el método más común de administración de medicamentos, ya que consiste simplemente en ingerirlos por la boca. Su uso es frecuente porque es cómodo, seguro y económico. Los fármacos destinados a esta vía están disponibles en diversas presentaciones, como comprimidos, jarabes o cápsulas.
Una de sus ventajas es que no requiere intervención de personal especializado ni equipos médicos adicionales, por lo que es fácil de usar en distintos contextos. Además, permite ajustar la dosis de forma sencilla según las necesidades del tratamiento.
Sin embargo, no es adecuada para pacientes inconscientes o con dificultades para tragar, porque podrían tener riesgo de asfixia.
La vía sublingual consiste en colocar el medicamento debajo de la lengua y mantenerlo allí hasta su completa disolución. Este método es especialmente útil en situaciones de emergencia, como en casos de infarto o para el alivio rápido de dolores crónicos.
Al permitir que el fármaco se absorba directamente a través de los vasos sanguíneos de la mucosa bucal, esta vía ofrece una acción más rápida que otras formas de administración. Por ello, es una opción eficaz para pacientes con dificultad para tragar, como niños o personas mayores.
Pero presenta ciertas limitaciones. Solo es adecuada para dosis pequeñas y puede verse afectada por la ingesta de alimentos o bebidas, lo que podría alterar su eficacia.
La vía tópica consiste en aplicar medicamentos directamente sobre la piel o las mucosas, incluyendo zonas como los genitales o los ojos. Los formatos más habituales son cremas, pomadas y geles. Su principal ventaja es la facilidad de uso y la comodidad que ofrece al paciente.
Sin embargo, no siempre es efectiva en tejidos más profundos o en casos donde la piel presenta dificultades para absorber el medicamento, lo que puede limitar su acción.
La vía parenteral, comúnmente conocida por su relación con las inyecciones, consiste en atravesar la piel para introducir el medicamento directamente en el torrente sanguíneo. Es especialmente útil cuando la vía oral no es viable o en situaciones de emergencia que requieren una acción inmediata.
Aunque esta vía asegura una rápida eficacia del fármaco, su aplicación exige conocimientos técnicos para garantizar su correcta administración y evitar complicaciones.
La vía respiratoria permite administrar medicamentos a través del sistema respiratorio superior, que incluye la nariz, la boca, la faringe y la laringe. Este método dirige los fármacos directamente a las vías aéreas y pulmones, favoreciendo una absorción rápida, como ocurre con los aerosoles.
Sin embargo, su uso requiere ciertas habilidades técnicas para minimizar riesgos y optimizar su efectividad.
La vía rectal se utiliza para administrar medicamentos a través del recto. Esta es una opción frecuente cuando la vía oral no es posible debido a vómitos u otras condiciones. Es una vía segura que permite evitar daños en el estómago y ofrece un efecto rápido, además de ser útil para tratamientos locales.
La vía vaginal se caracteriza por la administración de medicamentos a través de la vagina, generalmente en forma de supositorios, óvulos o pomadas. Es comúnmente empleada para tratar infecciones o procesos inflamatorios en esta zona.
La vía percutánea utiliza parches que liberan medicamentos de forma controlada a través de la piel hacia el torrente sanguíneo. Un ejemplo típico son los parches de nicotina, diseñados para liberar la sustancia gradualmente y evitar picos de concentración.
Este método es práctico y eficaz para tratamientos prolongados que requieren una liberación constante del fármaco.
Algunas vías de administración de medicamentos pueden ser complejas y difíciles de realizar sin conocimientos técnicos. Por ello, los encargados de administrar los medicamentos y tratamientos son los los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería y los enfermeros.
Estos profesionales garantizan que el procedimiento se lleve a cabo de manera segura y eficaz, asegurándose de que el medicamento se administre en la dosis, la vía y el horario adecuados.
También registran toda la información relevante, como el tipo de fármaco, la cantidad administrada, la hora y cualquier observación importante, en la hoja de administración.
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